Proclama a miña alma a grandeza do Señor,
alédase o meu espírito en Deus o meu Salvador”








21.4.07

Evangelio del domingo




Evangelio según San Juan 21,1-19


Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo:

-"Voy a pescar".

Ellos le respondieron:

-"Vamos también nosotros".

Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo:

- "Muchachos, ¿tienen algo para comer?".

Ellos respondieron:

-"No".

El les dijo:

-"Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán".

Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro:

- "¡Es el Señor!".

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo:

- "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:

- "Vengan a comer".

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:´

- "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?".

El le respondió:

-"Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo:

-"Apacienta mis corderos".

Le volvió a decir por segunda vez:

-"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?".

El le respondió:

-"Sí, Señor, sabes que te quiero".

Jesús le dijo:

- "Apacienta mis ovejas".

Le preguntó por tercera vez:

-"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?".

Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo:

- "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero".

Jesús le dijo:

-"Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo:

- "Sígueme".

Escuela de Catequistas de Pontedeume



Es sábado 21 de abril, tuvo lugar la reunión de Catequistas de la Escuela de Pontedeume.

El recibimiento como siempre fue cálido y entusiasta, en esta última reunión de trabajo de la Escuela por este curso.

Luis Miguel Herrero, desarrolló el tema:


Vivir la fe


La clausura del curso, será el 3 de junio día que celebrarán la recepción del Sacramento de la Confirmación.

Oficiará esta ceremonia, D. Luis Otero Outes, Vicario de Enseñanza.

Magnificat

6.4.07

DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor: Misa del día


PRIMERA LECTURA


Hemos comido y bebido con él después de su resurección


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43


En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
- "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados."


Palabra de Dios.


Salmo responsorial


Sal 117, 1-2. l6ab-17. 22-23


R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.


Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.


R.


La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa.

No he de morir,

viviré para contar las hazañas del Señor.


R.


La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

sido un milagro patente.


R.


SEGUNDA LECTURA


Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4


Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.


Palabra de Dios.


EVANGELIO


Él había de resucitar de entre los muertos


Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9


El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:

- «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le hablan cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Semana Santa

VIGILIA PASCUAL


Vigilia Pascual en la Noche Santa. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor



PRIMERA LECTURA


Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno


Lectura del libro del Génesis 1, 1. 26-31a


Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios:

- "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra."

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: - «Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.» Y dijo Dios:

- «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.» • así fue. • vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial


Sal 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22.


R. La misericordia del Señor llena la tierra.


La palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra.


R.


La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos;

encierra en un odre las aguas marinas,

mete en un depósito el océano.


R.


Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres.


R.


Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.


R.


Salmo responsorial de la Segunda Lectura


Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11


R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.


El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.


R.


Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.


R.


Salmo responsorial de la Tercera Lectura


Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18


R. Cantaré al Señor, sublime es su victoria.


Cantaré al Señor, sublime es su victoria,

caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor,

fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;

el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.


R.


El Señor es un guerrero,

su nombre es «Yahvé».

Los carros del Faraón los lanzó al mar,

ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.


R.


Las olas los cubrieron,

bajaron hasta el fondo como piedras.

Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,

tu diestra, Señor, tritura al enemigo.


R.


Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,

lugar del que hiciste tu trono,

Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos.

El Señor reina por siempre jamás.


R. Salmo responsorial de la Epístola


Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23


R. Aleluya, aleluya, aleluya.


Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.


R.


La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa.

No he de morir,

viviré para contar las hazañas del Señor.


R.


La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.


R.



SEGUNDA LECTURA


El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe


Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18


En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole:

- "¡Abrahán!" Él respondió:

- "Aquí me tienes." Dios le dijo:

- "Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré."

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:

- "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó:

- "Aquí me tienes."

El ángel le ordenó:

-"No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo."

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:

- "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido."


Palabra de Dios.


TERCERA LECTURA


Los israelitas en medio del mar a pie enjuto


Lectura del libro del Éxodo 14, 15-15, 1


En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:

- "¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divide lo, para que -los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros. "

Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas.

Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.

Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.

Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto:

"Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto. "

Dijo el Señor a Moisés:

- "Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.·"

Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:


Palabra de Dios.


EVANGELIO


¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?


Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 1-12


EPÍSTOLA


Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11


Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así corno Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.

Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabernos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un -vivir para Dios.

Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.


Palabra de Dios.


EVANGELIO


El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que hablan preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:

- "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: "El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar"."

Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás.

María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.


VIERNES SANTO


PRIMERA LECTURA


Él fue traspasado por nuestras rebeliones


Lectura del libro de Isaías 52,13-53,12


Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.

El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tornó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 30, 2 y 6. 12-13.15-16.17 y 25


R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.


A ti , Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo,

ponme a salvo.

A tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás.


R.


Soy la burla de todos mis enemigos,

la irrisión de mis vecinos,

el espanto de mis conocidos;

me ven por la calle, y escapan de mí.

Me han olvidado como a un muerto,

me han desechado como a un cacharro inútil.


R.


Pero yo confío en ti, Señor, te digo:

"Tú eres mi Dios."

En tu mano están mis azares;

líbrame de los enemigos que me persiguen.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

sálvame por tu misericordia.

Sed fuertes y valientes de corazón,

los que esperáis en el Señor.


R.



SEGUNDA LECTURA


Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación


Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9


Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.


Palabra de Dios.


EVANGELIO


Pasión de nuestro Señor Jesucristo


San Juan 18,1-19,42


Prendieron a Jesús y lo ataron



En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos.

Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

"- "¿A quién buscáis?"

Le contestaron:

- "A Jesús, el Nazareno."

Les dijo Jesús:

- "Yo soy".

Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra.

preguntó otra vez:

- "¿A quién buscáis?"

Ellos dijeron:

- "A Jesús, el Nazareno."

Jesús contestó:

-"Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos"

Y así se cumplió lo que había dicho:

"No he perdido a ninguno de los que me diste."


Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco.

Dijo entonces Jesús a Pedro:

- "Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?".


Llevaron a Jesús primero a Anás


La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo:

"Conviene que muera un solo hombre por el pueblo"


Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

- "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?"

Él dijo:

- "No lo soy"


Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:

- "Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo."

Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

- "¿Así contestas al sumo sacerdote?"

Jesús respondió:

- "Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?"

Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

- "¿No eres tú también de sus discípulos?".

Él lo negó, diciendo:

- "No lo soy."

Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

- "¿No te he visto yo con él en el huerto"

Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.


Mi reino no es de este mundo


Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua.

Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

- "¿Qué acusación presentáis contra este hombre"

Le contestaron:

-"Si este no fuera un malhechor no te lo entregaríasmos."


Pilato les dijo:

- "Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley."

Los judíos le dijeron:

- "No estamos autorizados para dar muerte a nadie."

Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

- "¿Eres tú el rey de los judíos?".

Jesús le contestó:

- "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?"

Pilato replicó:

- "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?"

Jesús le contestó:

- "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí."

Pilato le dijo:

- «"Conque, ¿tú eres rey?"

Jesús le contestó:

- "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."

Pilato le dijo:

- "Y, ¿qué es la verdad?"

Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

- "Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"

Volvieron a gritar:

- "A ése no, a Barrabás." El tal Barrabás era un bandido.


¡Salve, rey de los judíos! ¡Crucificadlo!


Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

- "¡Salve, rey de los judíos!"

Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

- "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa."

Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color purpúra...

Pilato les dijo:

- "Aquí lo tenéis."

Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

- "¡Crucifícalo, crucíficalo!"

Pilato les dijo:

- "Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él"

Los judíos le contestaron:

- "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios."

Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y entrando en el pretorio, a Jesús:

- "¿De dónde eres tú?"

Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

- "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?"

Jesús le contestó:

-"No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor."


¡Fuera, fuera; crucifícalo!


Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

- "Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César".

Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

- "Aquí tenéis a vuestro rey."

Ellos gritaron:

- "¡Fuera, fuera; crucifícalo!"

Pilato les dijo:

- "¿A vuestro rey voy a crucificar"

Contestaron los sumos sacerdotes:

- "No tenemos más rey que al César."

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.


Lo crucificaron, y con él a otros dos.


Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado "de la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: "Jesús , el Nazareno, el rey de los judíos."

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

-"No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos." "

- "Lo escrito escrito está.


Se repartieron mis ropas


Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

- "No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca."

Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica". Esto hicieron los soldados


-Ahí tienes a tu hijo

- Ahí tienes a tu madre


Junto a ls cruz estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

- "Mujer, ahí tienes a tu hijo. "

Luego dijo al discípulo:

- "Ahí tienes a tu madre."

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.



Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

-"Tengo sed".

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

-" Está cumplido."

E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Todos se arrodillan, y se hace una pausa.


Y al punto salió sangre y agua.


Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.


Vendaron el cuerpo de Jesús con los aromas


Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien fibras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


JUEVES SANTO


MISA CRISMAL

PRIMERA LECTURA


El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren y derramar sobre ellos perfume de fiesta

Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9


El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios, para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión; para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su abatimiento en cánticos.

Vosotros os llamaréis "Sacerdotes del Señor", dirán de vosotros: "Ministros de nuestro Dios." Les daré su salario fielmente y haré con ellos un pacto perpetuo. Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 88, 21-22. 25 y 27


R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.


Encontré a David, mi siervo,

y lo he ungido con óleo sagrado;

para que mi mano esté siempre con él

y mi brazo lo haga valeroso.


R.


Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,

por mi nombre crecerá su poder.

Él me invocará:

" Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora."


R.


SEGUNDA LECTURA


Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios Padre


Lectura del libro del Apocalipsis 1,5-8


Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.


Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios:

"Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso."


Palabra de Dios.


EVANGELIO


El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido


Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 4,16-21


En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.

Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

"El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor."

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y sé sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:


- "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír."

2.4.07

Retablo


La restauración del Retablo del Santuario, nos llena de gozo a feligreses, devotos y devotas de Nuestra Señora de Pastoriza, por eso nos acordamos de los que aún no hayáis podido subir a verla, la Señora está a la espera.

Pasión del Señor



DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR


Lucas, 22, 14-23, 56




Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas


Y estaba cerca el día de la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua.
Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo le matarían; mas tenían miedo del pueblo.
Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados, de cómo se lo entregaría.
Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.
Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin bulla.
Y vino el día de los ázimos, en el cual era necesario matar la pascua.
Y envió á Pedro y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos la pascua para que comamos.
Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?
Y él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare,
Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos?
Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí.
Fueron pues, y hallaron como les había dicho; y aparejaron la pascua.
Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con él los apóstoles.
Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca;
Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros;
Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí.
Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.
Y á la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; empero ¡ay de aquél hombre por el cual es entregado!
Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos sería el que había de hacer esto.
Y hubo entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor.
Entonces él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:
Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es el que se sienta á la mesa? Y yo soy entre vosotros como el que sirve.
Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones:
Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó á mí,
Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel.
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como á trigo;
Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos.
Y él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel y á muerte.
Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.
Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.
Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada.
Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que está escrito de mí, cumplimiento tiene.
Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y él les dijo: Basta.
Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.
Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,
Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y le apareció un ángel del cielo confortándole.
Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Y como se levantó de la oración, y vino á sus discípulos, hallólos durmiendo de tristeza;
Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en tentación.
Estando él aún hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesús para besarlo.
Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?
Y viendo los que estaban con él lo que había de ser, le dijeron: Señor, ¿heriremos á cuchillo?
Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó.
Y Jesús dijo á los que habían venido á él, los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados del templo, y los ancianos: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos?
Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
Y prendiéndole trajéronle, y metiéronle en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos.
Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos.
Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y dijo: Y éste con él estaba.
Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.
Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es Galileo.
Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó.
Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.
Y los hombres que tenían á Jesús, se burlaban de él hiriéndole;
Y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza quién es el que te hirió.
Y decían otras muchas cosas injuriándole.
Y cuando fué de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio,
Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínos lo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis;
Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis:
Mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la potencia de Dios.
Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que yo soy.
Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo hemos oído de su boca.


Lucas, 23
LEVANTANDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.
Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey.
Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndo él, dijo: Tú lo dices.
Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.
Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.
Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.
Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:
Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.
Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.
Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.
Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis.
Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.
Le soltaré, pues, castigado.
Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:
(El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.)
Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.
Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.
Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.
Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;
Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.
Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.
Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos.
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?
Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos.
Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios.
Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,
Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.
Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.
Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación?
Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.
Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.
Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.
Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, (El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios;
Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto.

Domingo de Ramos


Lucas 19, 28-40


En aquel tiempo Jesús echó a andar delante, subiendo hacía Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles:

- "Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis ?", contestadle: "El Señor lo necesita".

Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron:

- "¿Por qué desatáis el borrico?"

Ellos contestaron:

- "El Señor lo necesita."

Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus manos y le ayudaron a montar, Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo:

- "Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto."

Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:

- "Maestro, reprende a tus discípulos."

Él replicó:

- "Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras."